Lo que pude ver del ciclón del sábado

26 enero 2009
Así amaneció la mañana del sábado 24, ya había pasado lo peor y era momento de observar los destrozos. A veces asomaba algo el sol, entre nubes cargadas de humedad que iban descargando agua a lo largo de la mañana como con rabia.
Me animé a mirar el mar y me acerqué a Plentzia. Apenas se podía caminar porque el fuerte viento movía toda la arena y era como si estuvieras en el desierto, te tenías que refugiar e incluso agarrar a alguna barandilla. La fuerza del viento seguía siendo muy fuerte, no lo que había sido en la madrugada pero aún así era luchar en contra de esa fuerza que te llevaba.
El paseo de Plentzia parecía un río de arena, había arena por todos los sitios y además en continuo movimiento, la vista se veía desenfocada por el efecto de esa arena en movimiento, además de que no te dejaba mirar.
La vista del mar era espectacular.
El domingo 25 caminando por Getxo, por el paseo Zugazarte pude observar con pena como por lo menos 10 tilos habían sido derribados por el ciclón. Algunos estaban arrancados de cuajo de la tierra y mostraban sus raices al aire, otros se habían desgajado, como si un hacha gigante les hubieran dado un golpe de gracia. Pobre tilos, tantos años que han estado silenciosos contemplándonos a nosotros, ahora eran ellos los observados, no sólo les hacemos fotografías para el recuerdo sino que incluso algunos niños jugaban encima de los troncos derribados. Una nueva diversión de domingo.
Son las sensaciones que a veces produce la naturaleza.

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