Cuando uno es joven se come el mundo, es una frase que se
suele escuchar a menudo a quien ya no es tan joven, yo diría que en el fondo
con una cierta envidia.
El caso es que los jóvenes de hoy en día y más aún a
consecuencia de la crisis, tienen el camino bastante difícil. Los que pueden se
preparan en profundidad, no basta con un grado en algo, sino más allá,
másteres, más grados, cursos,…etc. Pocas oportunidades se les ofrecen a su
nivel de formación y muchos optan por salir al extranjero, en busca de un
futuro mejor. Otros quizá se embarquen en proyectos propios de emprendizaje,
personas con un objetivo, con ganas de crear y de innovar. Es en este caso
cuando se asumen muchos más riesgos y requieren de la persona que tenga mucha
confianza en sí misma.
Pero sobre todo hay que valorar la ILUSIÓN con la que se
inician, y por ello merecen un gran apoyo por parte de quienes les rodean que
generalmente suelen ser la familia o los amigos.
Este prólogo viene al caso de la presentación en sociedad de
Txakurametsetak, un proyecto de una joven emprendedora que no puede parar
quieta, que hace mil y una cosas, todas diferentes y que además es mi sobrina.
Todo empezó porque echó en falta un toque euskaldun en muchos de los productos
que se comercializan y así nació Txakurametsetak, ese perro soñador que siempre
parece estar en babia, juguetón y con gran capacidad creadora, amante de la
comunicación. Un poco el espíritu de su autora y quizá por ello sean tan cómplices.
Ya ha empezado a dar sus primeros pasos con su
Saludémosle y que tenga mucha suerte en su andadura.
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