Algunos pájaros desorientados. Fuera de lugar


14 enero 2010



Me gusta observar a los pájaros, normalmente en su medio natural, pero en alguna ocasión los he visto fuera de lugar, como desorientados y preguntándose por qué se encuentran allí. El año pasado cayó como del cielo (y así fue literalmente) junto a la iglesia de Leioa, en un pequeño parque junto al cementerio municipal una grulla coronada. Un individuo enorme si lo comparamos con el resto de pájaros más habituales que se pueden observar. Lo curioso es que este animal procede del sudeste de África  (en Uganda es el ave nacional) y que no realiza migraciones y por eso era aún más insólito verlo allí en mitad del pueblo. Se habría escapado de algún zoológico o similar puesto que estaba anillado. El revuelo que se produjo fue mayúsculo para poder cogerlo y llevarlo oportunamente a un centro de acogida que la Diputación Foral de Bizkaia dispone en Gorliz, mientras la Policía local localizaba a su dueño.


En cualquier lagunilla de aguas someras, marismas, embalses es fácil encontra fochas comunes, es un pájaro muy vistoso por ser todo negro salvo la cabeza con el pico y escudete blancos. Suele encontrase en grupos y tienen un canto peculiar, como si fueran unos grititos cortos, cuando se asustan salen rápidamente batiendo las alas y montando mucho barullo. También me sorprendió observar una focha en mitad de una pista que accede a un campo de atletismo, si bien es cierto que tenía muy cerca el agua de donde probablemente había salido.



Hace poco recorría las calles de Bilbao, en la zona del Ensanche, y aunque es muy habitual observar en vuelo las gaviotas que van sobrevolando la ciudad, me vi sorprendida con una patiamarilla que volaba casi en vuelo rasante, algo buscaba porque pasó un par de veces por la zona, de pronto se paró encima de un coche aparcado en batería, estuvo allí un minuto o dos y nuevamente alzó el vuelo en busca de otros territorios para explorar.


Los gorriones se encuentran en cualquier territorio, de tan abundantes parece que se les desprecia pero bien mirados tienen su encanto. Todavía tengo el recuerdo aunque hace muchos años de ello, en una capital europea, de cómo unos gorriones comieron de mi mano migas de pan y como ese picoteo en la piel me hacía cosquillas. Fue una sensación placentera que no ha vuelto a suceder, siempre lo he achacado a que aquí no se trata bien a los pájaros y nos tienen miedo, huyendo en cuanto tienen oportunidad. Al gorrión de la fotografía lo pillé en un agujerillo (origen de alguna canalización en desuso) en una pared de unas viviendas bastante antiguas de la zona.

Esta garceta para mi es ya una vieja conocida en la zona de la playa de la Bola en Getxo, se la puede ver en la rasa mareal que queda a la vista cuando baja la marea en el Abra, junto a la Cruz Roja del Mar. Lo que a mi me resulta curioso es ver que cuando la marea ha subido y no queda ningún punto donde poder apoyarse, lo que hace es situarse en cualquier saliente del edificio de la Cruz Roja y yo creo que espera y espera con mucha paciencia a que pueda de nuevo bajar a alimentarse. Luego cuando está abajo, mueve sus patas amarillas dentro del agua palpando a ver si hay algo. De momento veo que es habitual encontrarmela y saludarla.





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