20 octubre 2009
Yo soy de las que pienso que cuando voy al cine me gusta que la película que veo me diga algo, no sólo que técnicamente sea buena, que sea creíble, o que tenga buena fotografía o buen guión, sino que me haga PENSAR, que me haga SENTIR.
Al igual que creo que el arte es sentimiento, lo mismo me sucede con éste denominado séptimo arte del que Amenábar siempre consigue sacar algo de mis más íntimas emociones.
De todas sus películas ha surgido la polémica, quizá tenga esa sensibilidad especial que sabe ver lo que otros no ven o no quieren ver. Lo que se cuenta en esta última película, Agora, es de plena actualidad y sigue vigente hoy en día, repitiéndose esos mismos moldes una y otra vez, iguales en el fondo aunque puedan ser otras las formas.
Ha levantado ampollas y se están escribiendo ríos de tinta, los científicos quitando credibilidad a la historia por haberse tomado no sé qué licencias creativas que no se ajustan a las teorías heliocéntricas demostradas, como si hubiera Amenábar comprado el guión en un todo a 100 sin ninguna verificación histórica, luego la iglesia, señalando como engaños varios aspectos que se muestran en la película, desde la edad en que murió Hypatia (qué importará), hasta queriendo hacer ver que no fueron tan culpables los cristianos y su ejército parabolano como se da a entender y que por supuesto no fue el cristianismo y su empuje la causa de la "muerte del pensamiento filosófico", gente sabedora de cine que dice que la película no transmite pasión, que es monocorde, (¿será porque no hay escenas de sexo?) o que no se encuentra a la altura de una superproducción americana, como Gladiator (que por cierto, el guión es ficción y no se ajusta a la realidad histórica). La película es la primera en taquilla desde su estreno.
Lo que deja bien patente Ägora es la intransigencia religiosa, los daños que los fundamentalismos hacen al libre pensamiento. La religión y la ciencia, siempre enfrentadas, el poder religioso y el poder político, quien domina a quien, y digo yo, al fin y al cabo el poder. Y sobre todo ello, gravitando, el papel y lugar de la MUJER. Hypatia de Alejandría combina en su misma persona todo, mujer, seguramente sería bella, inteligente, libre pensadora, con fuerza vital, consejera y maestra de sus no iguales: los hombres, con criterio certero en las situaciones de conflicto, que reniega a su condición de mujer sexual, de madre, en favor de la ciencia, este cóctel en aquellos años oscuros sólo pudo dar lugar a lo que ocurrió: su dramática muerte (algunos lo llaman martirio pagánico, ¿para hacer daño?). Acusada de brujería, quemado y postergado el saber que custodiaba, mil años de oscurantismo y de falta de progreso.
Como mujer me identifico con Hypatia y su historia y espero que haga reflexionar a muchos hombres, porque sigue sucediendo en nuestra era, hay muchas hypatias que son apartadas por su condición de mujer aunque se utilicen otros argumentos para sustentarlo.
Gracias Amenábar por tener esa sensibilidad y mostrar la cara oculta de algunos sucesos históricos, porque los hechos son los hechos y así han sido transmitidos, Amenábar no se ha inventado ningún personjaje de ficción en Hypatia.
Algo que no nos podrán quitar nunca a las mujeres es la facultad de concebir y ser madres, ¿es tanta la envidia que esto produce en el género masculino que la que no se dedica a madre en exclusiva merece la hoguera?
Excelente visión la tuya.
ResponderEliminarPor supuesto, hablando de la mujer, la comparto.
Sobre la película, será la semana que viene, cuando la vea.
Muchos besos "hermana" y gracias por recordarme siempre.